viernes, 28 de agosto de 2009

Es necesario pasar por Samaria


por el hermano Marcos García

El hombre y la mujer cristianos viven inmersos(as) en un mundo de necesidades. Estas van tomando un lugar cada vez mayor en su corazón, tanto es así que basta con escuchar la oración de cualquiera de ellos(as) para darse cuenta que casi el 100% de su contenido es una egoísta y larga lista de, muchas veces, innecesarios pedidos.

Algunas veces se me dificulta orar en el altar de la Casa de Oración, debido al aluvión de extravagantes pedidos que desordenadamente y con evidente desesperación son emitidos, en ese lugar santo, al dueño de la plata y del oro.

Bien dice Salomón en Proverbios 2:4 que el hombre y la mujer buscan con mucho empeño la plata y los tesoros. La sugerencia que encontramos en el versículo 4 parece mas bien un anticipado reproche a quienes van tras las añadiduras esperando que el reino de Dios y su justicia venga en el paquete.

Las necesidades del cristiano(a) deben ir más allá de rodearse de bienes materiales; Sin dejar de optar por vivir dignamente: es necesario pasar por Samaria.

La necesidad que tuvo Jesús de pasar por Samaria era tan grande como el deseo del Padre de reconciliar al hombre y a la mujer con él. El capítulo 4 de su evangelio, de acuerdo a Juan, nos lo explica de una forma exquisita.

En esta primorosa exposición su facilitador nos deja todas las cosas claras, entre ellas, que no era realmente la necesidad de Jesús, era la necesidad de una mujer sin esperanzas; la necesidad de un ser humano bajo la rigurosa opresión de la discriminación, la de una persona que parecía llevar escrito en la frente el estigma de pertenecer a un pueblo menospreciado; la mancha de ser samaritana.

Por la forma cómo Jesús enfoca sus enseñanzas vemos que su más grande necesidad es aquella que apunta hacia la salvación de los(as) perdidos(as). Él quiere pasar donde están los(as) necesitados(as) y de esta manera cumplir su misión. La voluntad del Padre es volver a los hombres hacia él, y Jesús vino para cumplir con esa voluntad. Esta también deber ser la necesidad de los pastores(as), evangelistas, líderes; de aquellos(as) que tienen un cargo mayor en la iglesia y que bajo excusas, y haciendo mal uso de su autoridad envían a otros a Samaria, cuando el ejemplo del Señor dice que ellos deben ir por delante, ellos deben tener la necesidad de pasar por Samaria.

Cuando la mujer samaritana le dijo a Jesús que, “judíos y samaritanos no se tratan entre sí”, estaba dibujando un cuadro lleno del más grande prejuicio y rencor racial. Jesús consciente de esta situación decidió ir a ese lugar sin importarle su propia condición judía. Samaria también significa “vivir con un cerco alrededor”. Esto nos hace pensar que era un sitio de difícil acceso para alguien que no viviera allí. La dama que nos ocupa representa muy bien el significado de este nombre. Ella también vivía con un cerco alrededor de su disipada vida. La soledad de su alma le hacía vivir en esa condición. Para ella, la ciudad de Samaria era como su propia cárcel. Vivía bajo el fantasma de sus recuerdos, de sus dudas, y por seguro bajo la mirada escrutadora y el dedo acusador de sus vecinos(as). Ella conocía su cerco, razón por la que no abrigaba esperanza. Este es el estilo de vida de mucha gente en la actualidad. Han construido una gran barrera alrededor de sus vidas. Mujeres y hombres encerrados en un mundo religioso, místico, filosófico; en un mundo lleno de vicios y todo tipo de sensualidad. A ellos Jesús quiere ir, a él le es necesario pasar por Samaria.

La mujer de esta historia nos describe la condición en la que vive la gente que no ha conocido al Salvador. Ella estaba presa de su propia vida. Vivía bajo una especie de somnolencia, dominada y controlada por su propio pecado. Ella vivía en un submundo donde su propio vicio se burlaba de ella. Con esta mujer Jesús intencionalmente tuvo un encuentro. Él pasó donde otros no pasaron. El vino a buscar lo que otros(as) no buscarían. Ese sigue siendo su mensaje.

Jesús se expone al escarnio rompiendo los esquemas establecidos. El versículo 27 de Juan nos dice que cuando los discípulos regresaron se asombraron que su Maestro estuviera sentado y hablando con una mujer. Las vallas eran evidentes, pero en esta historia Jesús rompió con las más comunes de su tiempo y que son las mismas que predominan hoy a la hora de llevar a otros el evangelio. Rompió la valla del sexo; no era normal que un hombre estuviera hablando a solas con una mujer, rompió la valla del prejuicio; aquella mujer era una samaritana, alguien que era menospreciado por los judíos. También rompió la valla religiosa, los judíos decían que era en Jerusalén donde se tenía que adorar, mientras que los samaritanos hablaban de su propio “monte de adoración”. Y allí estaba Jesús, enfrente de alguien con una gran carga, con una gran pena sobre sí. Una mujer que representa la soledad en su más cara expresión, acompañada de la tristeza y la frustración al ver que no había salida para su circunstancia.

Llama la atención que esta mujer iba a buscar agua en la hora donde se suponía que no había gente en el pozo, posiblemente para evitar la vergüenza de ser vista públicamente, pero a Jesús le era necesario pasar por Samaria. Hay un pozo del encuentro para todo(a) aquel o aquella que anda como escondiéndose de su miseria y de sus problemas. Jesús nunca rehusará sentarse al lado de alguien que le necesita. A él le es necesario venir, estar y oír a aquel o aquella que nadie quiere o al que piensa que no vale nada.

Cuántos hay en esta vida que viven bajo la sombra del menosprecio, viven en Samaria, mientras los pastores(as) están cómodamente sentados en Jerusalén predicando a los salvos, sanando a los que no están enfermos, aconsejando a los sabios, pero a Jesús le era necesario pasar por Samaria, porque él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Él descendió del cielo dejando su trono de gloria, la continua alabanza de los ángeles, la comodidad del paraíso eterno, para venir y sentarse con quienes otros(as) no se sentarían. Es aquí donde se cumple la palabra, cuando de él se dijo en Mateo 9: 36 Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.

Si quiere merecer el título de pastor(a), salga de esa comodidad y vaya a Samaria, imite al Buen Pastor que va buscando a aquellas ovejas que salen furtivamente al pozo en busca de lo que calme su sed. No pierda de vista que el cansancio no fue una excusa para el Maestro. Asegúrese que nadie está fuera de su amor y perdón, aprenda a sentarse con todo el mundo, que nadie escape a su ternura y a su compasión.

Hoy, cuando no son pocos, los que al igual que los judíos han construido sus propios caminos para no pasar cerca, ni tener encuentros con el despreciado pueblo samaritano, so pretexto de “los pastores no paren, lo hacen las ovejas” es urgente recordar que a Jesús, al Pastor de pastores, le era necesario salvar lo que otros no salvarían, a él le era necesario pasar por Samaria.

Glosario de términos
Aluvión: Cantidad grande de personas o cosas, especialmente cuando aparece repentinamente y al mismo tiempo.
Furtivamente: Que se hace a escondidas o de manera disimulada.
Primoroso, sa: Excelente, delicado y perfecto. Diestro, experimentado y que hace o dice con perfección algo.

Bibliografía
Biblia Reina Valera 1960
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Vigésima segunda edición
Diccionario Manual de la Lengua Española Vox.© 2007 Larousse Editorial, S.L.
La Biblia Paralela en línea. Moderno Español. http://bibliaparalela.com/

Los énfasis son del autor del artículo.

1 comentario:

  1. Cuanta necesidad y los predicadores luciéndose en los lugares cómodos.

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